España, Francia y Alemania se encuentran comprometidas con la construcción de hidroductos en los próximos años.
Con el foco en la infraestructura
Tienen hidrógeno y tendrán aún más. En este punto es fundamental planificar su distribución dentro del bloque y actualmente la European Hydrogen Backbone (EHB) -red que agrupa a 32 operadores europeos de sistemas de transporte de gas (TSO)-, ha publicado un documento con su visión de la futura infraestructura de conducciones de hidrógeno.
A partir de un análisis nacional de la disponibilidad de las infraestructuras de gas natural existentes, la evolución futura del mercado del gas natural y la evolución futura del mercado del hidrógeno, la EHB diseñó el mapa de infraestructuras de hidrógeno para 2030.
Allí se prevé una longitud total de unos 28.000 km en 2030 y de 53.000 km en 2040 en los 28 países europeos implicados. En la actualidad, los conductos de hidrógeno dedicados que estarán disponibles en 2030 ascienden a 23.365 km, lo que representa el 83% del objetivo para 2030.
Como anticipamos, si bien todo el continente tiene esta agenda, hay tres países (Francia, España y Alemania) que llevan la delantera a nivel mundial con proyectos de gasoductos en tierra y mar.
Rystad Energy calcula que hay unos 91 proyectos de gasoductos previstos en el mundo, que suman 30.300 kilómetros y entrarán en funcionamiento en torno a 2035.
Por otro lado, la construcción de nuevos gasoductos dedicados al hidrógeno se complementará con la reutilización de las redes de gas existentes. Según la EHB, el 60% podría reutilizarse de aquí a 2040, mientras que, según los proyectos de gasoductos en curso, esto supone actualmente el 40%.
La reconversión de gasoductos es una alternativa atractiva desde el punto de vista económico y, además, puede acelerarse en comparación con la construcción de nuevos gasoductos. Europa cuenta con una extensa red de gas y su reutilización para la producción de hidrógeno a medida que el gas disminuye dará vida a un sistema que, de otro modo, podría haberse oxidado.