– Circular con baja presión o presión excesiva. Si nuestros neumáticos carecen de la presión adecuada se producirá un sobrecalentamiento, una mayor resistencia a la rodadura y un desgaste prematuro de la goma. En el caso opuesto, el exceso de presión reduce el agarre y ocasiona un desgaste irregular.
– La velocidad. Circular a velocidades elevadas provoca que la temperatura del neumático aumente, así como la presión, pudiendo ocasionar un accidente por falta de control del vehículo. Además, si algún objeto impacta contra el neumático a una velocidad alta, los daños serán mayores que si esta fuera baja.
– La sobrecarga. Es necesario seguir las recomendaciones de carga máxima del fabricante del vehículo y respetar la carga máxima por eje, ya que unos neumáticos sobrecargados pueden calentarse en exceso, lo que podría provocar incluso una rotura de estos.
– El estado de la pista de acarreo en la obra: la no conservación de la pista donde se circula ocasiona roturas prematuras y desgaste irregulares.
Verificarlos periódicamente redunda en ahorros importantes en este rubro clave (El consumible más caro después del combustible). El mejor método para controlar estas situaciones es seguir regularmente un programa de inspección.