El potencial de Vaca Muerta es indudable, pero alcanzar un desarrollo masivo supone el despliegue de un plan de acción tan amplio como no se ha visto en nuestra industria hidrocarburífera. A su vez, tanto la vía exportadora, como el avance hacia una integración amplia de su extensa cadena de valor, constituyen una fuente extraordinaria de empleo y divisas.
Cabe aclarar que estas premisas no nos seducen desde el abstracto. Hay elementos empíricos en Argentina, EEUU, Australia y otros países que las sustentan. De igual modo, nos interpelan. Fundamentalmente por las diferentes dificultades que vamos encontrando en el camino, aún contando con un acervo litológico tan prolífico y una industria capaz de alcanzar estándares de primer nivel mundial.
Este punto nos lleva a poner el foco en las condiciones de borde tanto locales como externas, que nos conducen a transitar un camino lo suficientemente estrecho, con anclaje en elementos reales y tangibles de nuestras limitaciones y de las restricciones globales.
Empezando por el plano global, persisten, desde hace un quinquenio, situaciones que muestran condiciones excedentarias en el mercado global de GNL y que estimo seguirán sostenidas, por lo menos en los próximos cinco años. Con lo cual, la competencia global en el mercado de GNL será desafiante, tanto o más allá de los límites de nuestra competitividad sistémica.
En el orden local, resulta necesario encontrar vías que impulsen la demanda de gas, en especial se analiza la industria petroquímica y de automotor a gas natural, capaces de mover la actividad en Vaca Muerta y ampliar el valor agregado del gas como tal. También se analizaron opciones para optimizar el funcionamiento del sistema, por la vía de almacenamiento subterráneo, y ampliaciones de la red de transporte. Es imperioso destacar que un anclaje local implica una evaluación en su contexto, donde las restricciones financieras, la persistencia inflacionaria y las crisis cambiarias son parte de la norma, no de una excepción.
A su vez, más allá de la macroeconómica, el mercado local de gas natural se encuentra en su propia trampa de interpretación dual del rol del gas. Esto es, la falta de abastecimiento de mercado interno con déficits en invierno y saldos exportables en verano deja al país varado en una reinterpretación del lugar del gas en nuestra sociedad, en un debate que pendula entre la noción de bien preferente y bien de mercado. Al calor de estas miradas se presentan los cambios en las políticas energéticas y su jenga regulatorio que terminan condicionando aún más las vías de desarrollo del sector. No es el objetivo de este trabajo entrar en ese dilema, sino ver la manera de superarlo.
Exportar a la región presenta sus propios desafíos. El mercado con el que tenemos proximidad e infraestructura de interconexión (Chile) es relativamente pequeño y en vías a otras fuentes energéticas. En tanto, el mercado que puede dar escala a Vaca Muerta y que va en dirección a aumentar la participación del gas en su matriz energética (Brasil) se encuentra más distante y requiere de grandes obras de interconexión. Se han presentado proyectos de infraestructura para poder poner el gas de Vaca Muerta en Brasil, con inversiones en ambos países que pueden ascender a los u$s 5.000 MM, en un contexto global donde este tipo de obras casi no se realizan, cuanto menos en Argentina.
Al respecto, así como fui un entusiasta de Vaca Muerta desde el 2011, hoy soy un entusiasta de un nuevo modelo de integración regional que optimice inversiones pasadas y fomente un rol de los privados. Donde Brasil será un gran nuevo mercado, Bolivia la infraestructura de transporte y almacenamiento y, finalmente, Vaca Muerta la oferta nueva. Los cuatro elementos claves en esta dirección son la caída de la producción boliviana de gas, la posibilidad de almacenar gas en yacimientos bolivianos depletados, la articulación de swaps en modo inicial y ante la penalidad de incumplimiento de contratos y, fundamentalmente, las menores inversiones. Se trata de obras para reversión de flujos, ampliaciones y nuevos tramos, que representan una quinta parte de aquellos u$s 5.000 MM.
En definitiva, la vía de superación no es otra que la vía exportadora como único elemento normalizador, capaz de aportar tanto a la macroeconomía como al propio sector, y elevar la producción hasta superar la estacionalidad. Una salida “por arriba” para superar también la trampa interna, sin un romanticismo exportador sino un avance ajustado a nuestras propias limitaciones. Sobre esta base exportadora, la ampliación de la demanda interna tendrá el camino allanado.
El psicoanálisis define como indefensión aprendida a la condición quien ha “aprendido” a comportarse pasivamente, con la sensación subjetiva de no tener la capacidad de superar los problemas, a pesar de que existen oportunidades reales de cambiar la situación aversiva. Esta parece ser nuestra trampa del mercado interno. Tenemos una oportunidad asertiva para salir de esta condición, sin grandes promesas de inversión, solo generar las bases que aseguren el cumplimiento de los contratos entre los actores de los países involucrados. Solo el tiempo nos corre, o miraremos como Brasil rearma su infraestructura volcándose al GNL y al presal.
Nota realizada por Luciano Codeseira