La estimación es para hogares del Área Metropolitana de Buenos Aires, con foco en barrios de bajos recursos. Surge de una iniciativa liderada por investigadorxs de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM y la Fundación Pro Vivienda Social. “Los hogares de bajos recursos sin conexión a gas de red pueden ahorrar hasta un 50 % en sus gastos energéticos sin necesidad de resignar comodidades. Es más: con un uso eficiente de la energía pueden ahorrar también el esfuerzo físico y los gastos de transporte para adquirir leña o garrafas”, explica Salvador Gil, director de la Ingeniería en Energía de la UNSAM y líder de un proyecto orientado a mitigar la pobreza y las emisiones mediante la eficiencia energética.
El proyecto se llama “Referentes energéticos barriales” y es impulsado por la Escuela de Ciencia y Tecnología (ECyT) y la Fundación Pro Vivienda Social (FPVS). En esta entrevista, el experto, Salvador Gil, habla sobre la experiencia con 100 hogares de la Provincia de Buenos Aires. Lo acompañaron en este trabajo las docentes investigadoras Silvina Carrizo (CONICET) y Guillermina Jacinto (CONICET). También Raúl Zavalía Lagos, que dirige la Fundación Pro Vivienda Social. Fuente de la Noticia
¿Cómo surgió el proyecto?
La UNSAM tiene la carrera de Ingeniería en Energía con enfoque en sostenibilidad. Todo el esfuerzo académico y de investigación está dirigido a esa área. Con este y otros proyectos similares buscamos mejorar la calidad de vida de la gente, reducir las emisiones de gases de efecto de invernadero —responsables del calentamiento global— y generar sinergias virtuosas. En este caso, desarrollamos un programa de cooperación con la Fundación Pro Vivienda Social y Edenor. La Fundación trabaja desde hace más de 20 años con barrios de bajos recursos en el AMBA. En ese tiempo, contribuyó no solo a construir redes de gas natural, que ofrecen un servicio más económico y confiable, sino también a que los vecinos participaran en las obras de tendido de redes e instalaciones internas. Gracias a esa iniciativa, además de llevar una mejora importante a esas viviendas, los vecinos pudieron capacitarse y transformarse en gasistas matriculados.
En ese contexto, hace algo más de un año y medio, la Fundación se contactó con nosotros para buscar modos de reducir los consumos de manera sostenible mediante la eficiencia energética. Así, surgió un curso de capacitación de referentes energéticos barriales, que empezamos a ofrecer en los barrios y este año completamos en forma virtual. La estrategia fue capacitar a decenas de miembros de la Fundación en la realización de auditorías energéticas en viviendas. Ya capacitamos a más de 15 referentes barriales, quienes asesoraron a más de 100 hogares para que puedan ahorrar energía. Pudimos estimar que hay pocas acciones que sirven para ahorrar hasta un 30 % de energía y un 50 % en las tarifas. Por otra parte, el relevamiento de los referentes energéticos brindó una información muy valiosa desde el punto de vista académico para conocer cómo usan la energía las personas de bajos recursos y poder diseñar mejores políticas públicas.
¿Qué acciones permiten ahorrar hasta un 50 % en las tarifas?
En las viviendas hay cinco o seis consumos claves. Cuando hay conexión de gas natural, el principal consumo eléctrico es, en general, la heladera. Este es un electrodoméstico que está prendido las 24 horas, los 365 días del año. Si la heladera es vieja puede llegar a consumir 1.800 kWh por año, contra los 350 de un modelo moderno y eficiente. Una lámpara incandescente antigua consume 10 veces más que una LED. Con el sellado de las rendijas de aires en puertas y ventanas se pude alcanzar confort térmico usando mucha menos calefacción. Lo primero sería cambiar todas las lámparas a LED, poner burletes en las puertas y ventanas y cambiar la heladera, si fuese posible y pertinente. Con eso ya se baja el consumo entre un 30 % y un 50 %.
Considerando que los hogares de bajos recursos quizás no tengan la posibilidad de invertir en el reemplazo de equipos con baja eficiencia, ¿cuánto pueden ahorrar realmente? Es cierto. Para llegar a ese máximo de 50 % de ahorro haría falta reemplazar equipos que devoran energía porque tienen baja eficiencia, pero aún sin reemplazarlos, una adecuada aislación térmica de la vivienda y un uso racional y eficiente de la energía pueden ahorrar mucha energía. Por ejemplo, se puede ahorrar mucho en el gas de las garrafas o en leña si se implementa una forma de cocción llamada “olla bruja”, que consiste en calentar la olla hasta el hervor y después aislarla térmicamente para que siga cocinando sin estar expuesta al fuego. Otra fuente de ahorro de bajo costo es el buen aislamiento de las viviendas: poner burletes, cortinas y, en algunos casos, plásticos en las ventanas. Cabe destacar que, desde la UNSAM, también estamos impulsando la creación de una política pública para la implementación de un plan canje de heladeras para equipos con más de siete años de antigüedad y un consumo mayor a 830 KWh por año.
¿En qué consiste ese plan?
Lo elaboramos en conjunto con lxs investigadorxs de la Escuela de Economía y Negocios (EEyN) Adrián Gutiérrez Cabello y Balbina Griffa. La propuesta es reemplazar un millón de heladeras por año durante cinco años. Al quinto año se habrían reemplazado 5 millones de heladeras, lo que implicaría un ahorro de energía equivalente a la generada por una central eléctrica del tamaño de Atucha I con un ahorro 2,5 TWh por año. Es decir que el Estado, en vez de invertir en una nueva central nuclear, podría financiar y/o subsidiar el reemplazo de 5 millones de heladeras. Con esto estaría incentivando la reactivación de la industria de las heladeras, que además de generar nuevos empleos, promovería una importante actividad económica y de desarrollo. Adicionalmente, el Estado ahorraría en subsidios e importación de energía y podría retardar inversiones en transporte y distribución de energía, cosa que con una nueva central sería imprescindible. Es una propuesta donde todos ganan, porque lxs usuarixs tendrían mejor equipamiento para refrigerar sus alimentos y ahorrarían una fracción importante de sus consumos energéticos. Además, se reducirían emisiones de gases de efecto de invernadero. Es una política que no sería financiada solo por el Estado, sino también por los ciudadanos. Acercamos la propuesta a la Comisión de Medioambiente de la Cámara de Diputados y a otros sectores. Esperamos que, así como en su momento se impulsó el reemplazo de las lámparas de bajo consumo y leds, se avance en esta dirección, si no es con 5 millones de heladeras, al menos con algún porcentaje.
¿La eficiencia energética es un círculo virtuoso?
Impulsar la adopción masiva de artefactos menos devoradores de energía nos favorece a todos. Al que paga la factura, lx favorece bajando sus costos, y a sus vecinos también, ya que reduce los consumos en las horas pico y se reducen las posibilidades de interrupción de los servicios. También beneficia a la sociedad es su conjunto, porque se minimizan las necesidades de expansión de redes de alto costo y se mitigan las emisiones.