Su número está en aumento, llegando en enero de 2020 a cubrir el 8% de la energía eléctrica demandada, según datos de CAMMESA (Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico). La principal ventaja que estas energías poseen es que constituyen una opción más amigable con el medio ambiente.
Pero las energías renovables tienen otra gran ventaja y esta es su capacidad de llegar a comunidades aisladas donde se dificulta el acceso al servicio tradicional de electricidad. En un país con un territorio enorme y con grandes zonas rurales, esto cobra una importancia vital.
En las comunidades rurales aisladas, la dispersión de la población y su gran distancia a los centros urbanos es el mayor obstáculo para el acceso al suministro eléctrico. Aquellas personas que no pueden acceder al mismo, muchas de ellas pertenecientes a comunidades indígenas, ven muy limitadas sus oportunidades sociales y económicas.
La innovación tecnológica es fundamental para cambiar esta situación. Afortunadamente nuestro país cuenta con recursos solares muy abundantes, que permiten que los sistemas fotovoltaicos tengan un grado muy alto de eficiencia. Estos equipos pueden conectarse en lugares aislados y, una vez instalado el sistema, no se requiere un flujo de combustible para asegurar el acceso a la electricidad.
Según datos de 2016, unas 150.000 personas usan las energías renovables -paneles solares, sistemas hidroeléctricos y energía eólica- en zonas remotas de Argentina para tareas diarias como iluminar sus casas, cargar el teléfono o escuchar la radio.
Hoy en día, se están llevando a cabo distintos proyectos con el objetivo de alcanzar a una mayor población y, de esta manera, resolver problemáticas postergadas para ofrecer una muy necesaria mejora en su calidad de vida.
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