Cada vez somos más conscientes de las formas en que nuestro comportamiento afecta al planeta. Dos apuestas importantes para reducir el daño ambiental son el uso racional y eficiente de la energía y el uso de energías renovables, que además de preservar nuestros recursos naturales contribuyen a reducir las emisiones de gases que generan el calentamiento global.
En nuestra vida diaria solemos derrochar mucha energía sin darnos cuenta que lo estamos haciendo. Si aprendemos a usarla responsablemente, no solo estaremos haciendo un aporte ecológico, sino que posibilitamos que otras personas o industrias puedan tener acceso a esta energía, a la par que de reducir los montos de nuestras tarifas de gas y luz.
Para conocer más sobre el tema, reunimos a un panel de expertos, colaboradores del Área de Pensamiento Estratégico de la Cámara, quienes nos dieron las siguientes sugerencias:
· Fijar los termostatos en 25º en el verano. Cuando en verano reducimos 1º la temperatura del aire acondicionado estamos aumentando el consumo en aproximadamente un 15%. Si lo bajamos 3º, ya estamos hablando de un aumento de casi el 50%. Con 25º se puede lograr un confort adecuado sin gastar energía de más. En invierno, en cambio, la temperatura ideal es 19ºC, o a lo sumo 20ºC. Enfriar o calentar demasiado los ambientes no aporta mayor confort, sino que lo reduce.
· Cambiar lamparitas incandescentes por lámparas LED. A simple vista podría parecer que las LED son más costosas, porque tienen un precio de alrededor de $100 mientras que las incandescentes valen $25, pero su vida útil es 10 veces mayor que la de las lamparitas tradicionales. Por lo tanto, el cálculo sería $25×10=$250 de las incandescentes contra $100 de las LED. Además, las lámparas incandescentes consumen 10 veces más energía, por lo que al costo extra en el precio hay que agregarle el gasto energético adicional a lo largo de toda su vida útil. Por estos motivos, las LED resultan más convenientes tanto económica como ecológicamente.
· Apagar las luces que no se usan y evitar los consumos pasivos de los artefactos eléctricos. Por ejemplo, al apagar el televisor no se apaga el aparato, sino solamente su pantalla. Mientras tanto, éste sigue consumiendo energía y lo mismo pasa con la mayoría de los equipos que tenemos en casa. Tampoco es bueno dejar enchufado el cargador del celular u otros dispositivos cuando no se lo está utilizando.
· Mirar el etiquetado al momento de comprar un artefacto eléctrico. Un producto eficiente podrá ser más caro, pero asegura un consumo energético mucho menor. Ese costo extra inicial se puede amortizar en poco tiempo.
· Renovar los equipos de gas para evitar los consumos pasivos. El piloto del calefón consume medio metro cúbico de gas por día, lo que equivale a 250 watts de potencia energética que está siendo totalmente desperdiciada. Hoy en día existen calefones con etiqueta “A” que no requieren piloto y por lo tanto consumen mucho menos. Los termotanques presentan una situación similar, ya que requieren de energía para mantener el agua caliente y compensar las pérdidas de calor del tanque. Así, los consumos pasivos están presentes se use el agua caliente o no. Son muy útiles los sistemas de calentamiento de agua solares, pero para que se produzca el máximo ahorro posible de energía es necesario que el equipo de apoyo, que calienta en agua en los días sin sol, sea un calefón modulante Clase A, sin piloto.
· Pensar sustentablemente al momento de la construcción. Es fundamental tener en cuenta el diseño y la orientación del edificio a construir, buscando que en invierno entre la mayor cantidad posible de sol. Para que esto no sea contraproducente en el verano, se pueden colocar aleros o algún sistema de oscurecimiento exterior, por ejemplo persianas de madera o postigos, que evitan que el calor llegue al cristal de la ventana. También es fundamental conseguir una buena aislación térmica de paredes, techo y aberturas. Esto reduce tanto la necesidad de refrigeración en el verano, como la de calefacción en invierno.